El cielo anaranjado del alba se rompía con tu silueta,

Sí, la tuya, tu alargada y elegante forma,

Que cortaba el aire con bella naturalidad,

Esa imagen que despertaba memorias,

Sueños distantes de una verdad revelada,

De un destino cuya pertenencia fue negada,

Y del cual eras una mensajera de las hadas;

Sí, tú, que con tu voz me dijiste como se llamaba,

Que me acercaste a su existencia

Y negaste la tranquilidad a mi alma,

Que con respecto y afecto me quitaste la calma,

Y, al ver tu paso, me siento en la nada.

Una gaviota sobre isla Dawson volaba,

Y el cielo anaranjado su silueta resaltaba;

Mientras comenzaba la mañana yo pensaba

En dos siluetas y sus distintas circunstancias.

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