Recuerdo ese beso, era una noche extraña, y habíamos recorrido parte de Valparaíso buscando entretención; hacia un tiempo no nos veíamos, pero el amor entre los dos siempre estaba (y cuando pienso en ese recuerdo me doy cuenta que siempre estará), recuerdo que cada uno andaba con su drama, pero tú, para darme calma me planteaste un beso en la mejilla y me dijiste que me amabas. Bailamos, reímos, disfrutamos… Y mientras te alejabas, me volvías a recordar que me amabas y yo te decía lo mismo.

Recuerdo que la vida siguió, regresé a Punta Arenas y a distancia hablamos mucho, y nos amamos de forma remota, pero la vida continúo… El mundo se me detuvo, y la distancia ganó. Pasó el tiempo, seguí viendo tus fotos y añorando oír tu voz, me enamoré, conocí al amor de mi vida, aquella con quién la distancia tan solo nos acercó, y a pesar que la veo, y la amo, veo una foto tuya y solo pienso en decirte que aún te amo yo.

Amor puro, amor incondicional, amor que me hace pensar en un mundo paralelo, dónde nuestras miradas se hubiesen encontrado en una calle fácil de transitar. Tu y yo siempre nos amamos, en lugares diferentes y momentos asíncronicos, y a pesar de eso … No lo dudo, es amor. Ame tu respuesta inmediata hoy… Aún a pesar que mi corazón hoy está sano, me encantó sentir que volvía a latir al encontrarme con tu voz.

Cuentos patéticos