No quiero mirar hacia atrás, la verdad que la vida que llevaba no me pesaba tanto, pero no era mía. Viví rodeado de personas, crecí amando demasiado, me preocupé, me entregué, me dañaron y dañé. Una vida ordinaria, es verdad, pero mi vida… Una de mis vidas, de las tres que he tenido.

He muerto y vuelto a nacer, lo hago una y otra vez, y cuando surco los cielos como el fénix solo lamento no ser invulnerable al dolor que viene acompañado al proceso de prender tu alma en llamas. Y de mis cenizas renasco, con una pisca, solo una pisca de la vida pasada, sin sus flagelos, sin sus ataduras, sólo y aventurero…

… Pero aquí miento un poco, porque mi familia no desaparece, ella no ve los tres momentos y no verá nacer este cuarto, solo ven que no hago nada con mi vida, que cuando estoy bien todo lo quemo, y nunca piensan que el combustible alrededor de mi cuerpo no lo arrojé yo, sino que lo único que hice yo fue prender la llama que lo quemó todo.

Surco por el cielo una vez más, vine a ver el futuro un poco adelantado, recorrer las calles que llamaré casa, pero nunca hogar. Temuco es el purgatorio, el lugar para expiar las culpas y prepararme para el viaje final, para echar arder el alma y regresar a mi Croacia amada, ese lugar que llamaré hogar.

Cuentos patéticos