Soñaba con un tiempo
que bastara,

Que con sus
manecillas tomara las mañanas

Y le diera la forma
de tu cara,

Que con cada
campanada me llevara a tu cama,

Perdiéndome en la
noción que no existiera el ahora.

Soñaba con una
promesa quebrada,

Una mirada más
profunda que las que dabas,

De unos labios que en
su forma me llamaban,

Perdiéndome en la
idea de un beso que intoxicaba.

Soñaba con un
amanecer que idolatraba,

Donde el sol
compitiera con la silueta de tu almohada,

Perdida y ahogada por
un abrazo que se prolongaba,

Con los pájaros
compitiendo contra el aire que exhalabas,

Y yo perdiéndome en
la idea de perderme la jornada.

Y temí que las horas
avanzaran,

Y las manecillas su
marcha continuaban,

Y el presente era una
amenaza,

Porque vaticinaba un
futuro en que no estabas,

En que te perdías en
las sombras de mis promesas que asustaban,

De compromiso,
proyecciones y esperanzas,

Y tú, amante del
presente y el ahora,

Temías la llegada del
mañana,

Que de los brazos de
la libertad te arrebatara,

Aunque sea para
construir el mañana de tu vida.

Soné con un tiempo en
que estabas,

En que nuestra vida
se sincronizaba

Y nuestros proyectos
un ritmo alcanzaban,

Donde despertábamos
abrazados al alba,

Donde nuestros hijos
jugaran en la plaza;

Soñé, y la esperanza
quedó en nada,

Y hoy con un cigarro
expulsando bocanadas

Le digo a la playa
que me escucha,

Espero que el dolor
se lo lleve la marea.

Cuentos patéticos