Siempre termino frente a tu umbral,

esperando una eternidad para que salgas,

y me encuentres de verdad;

para que el antifaz de tu mirada´

pueda ver la realidad,

que soy el aire que suspiras,

que en tus pulmones me instalé tiempo atrás;

pero te escondes tras orgullo y cobardía,

no muy lejos de lo que domina mi vida,

quizás de duda una pizca,

pero sin duda cobardía,

un temor inalienable de no llegar nunca más allá,

de no mirar la calle jamás

desde el otro lado de tu ventana,

desde el lado de tu cama,

desde la punta de tus dedos hasta tus canas,

viendo por medio de tus pestañas

para no ser aire en el pulmón nunca más,

para volverme fuerza vital.

Pero soy cobarde, y tu lo eres igual,

siempre termino bajo tu ventana

y te veo allí mirando hacia mi sombra,

me vez y nunca dices nada;

soy aire en tu pulmón y se que te cuesta respirar.

Cuentos patéticos