Ya llevamos tiempo en silencio,

y no solo porque busquemos callar,

sino que ya no reconozco el sonido de tu voz,

y la mía perdió importancia aún antes que dejaras todo acabar;

solíamos hablar de todo,

el mundo era un misterio que intentábamos develar,

lo que no sabíamos lo investigábamos,

y nuestras palabras nos solían maravillar,

pero nos volvimos mudos

no le volvimos a encontrar sentido a tratarnos de comunidad.

Y a pesar que llevamos nuestra relación a la oscuridad,

y dejamos que por encima le pasen los años,

nunca permitimos que nuestros sentimientos se corrompan,

incluso a pesar que me hayas acusado

que se había perdido mi memoria,

y yo me aferrase a ella como un niño desesperado

muerto de miedo por pensar que me habías traicionado.

Te extraño, cada día que pasa más anhelo escuchar tu labia,

tus palabras inteligentes que no perdían sentido cuando las escuchaba,

ver esa mirada segura que tanta confianza entregaba,

que me hacía sentir nuevamente como un tipo completo,

capaz de cambiar el mundo con mi accionar,

poderoso e interesante como no había nadie más.

Llevamos demasiado tiempo alejados

y ya no estoy seguro si reconocerás al hombre que dejaste atrás,

incluso yo ya no sé como te vez en la actualidad,

y no hablo de imagen, porque nuestras fotografías se actualizan,

hablo del alma, porque no soy el hombre de hace tres años,

y estoy seguro que tu tampoco.

Te amé, y aunque tu no lo hicieras,

tu partida fue mi regalo final,

me hizo aprender del dolor

que no necesito a nadie más,

solo a otra mujer como tú, que me haga querer mejorar.

Poemas Patéticos