Las cosas estaban saliendo mal, no sólo era su inesperado embarazo, o que yo hubiese perdido mi trabajo justo en el momento en que me enteraba de mi paternidad, sino que todo aquello ocurría mientras por otro lado mis padres y mis hermanos fallecía en una seguidilla de accidentes automovilísticos. Era triste, deprimente en realidad, pero con un niño en camino no me quedó otra que seguir adelante; tomé mis ahorros y me alejé de mi ciudad natal pata que ella estuviste acompañada de sus hermanas mientras todo el proceso continuara.

Apenas llegué me propuse a buscar un nuevo trabajo, ¿pero quien quería contratar a un profesor de una lengua muerta? El efecto inesperado de la guerra que había abatido al mundo y acabado con todos esos países angloparlantes es que todos aquellos que nos habíamos dedicado a la enseñanza del inglés pronto quedamos cesante, y sin posibilidades de adaptarnos a un nuevo rol en la sociedad. Triste, decepcionante en realidad.

Comencé a llegar abatido todas las tardes, escuchar tan continuamente un no de respuesta no hacia otra cosa más que derribar mi autoestima y mi confianza, pero allí estaba ella con su sonrisa en la cara y sus manos sobre su panza, recordándole que entre toda esta tempestad seguía habiendo algo de esperanza… Y como maldije al mundo cuando una mañana mientras yo buscaba como llevar el pan a la casa, alguien irrumpió en ella y me quitó todo cuanto quedaba. No podía más, sin la mujer que amaba ya no había manera para que continuara; ya las cosas no podían salir peor.

Pero salieron, unos meses después, cuando el destino se había detenido momentáneamente en su intento de hacer mi vida miserable, mi perra que desde mi tragedia que había caído en una profunda depresión, comenzó enérgicamente a ladrarle al aire, a un punto fijo… Y no se porque pero desde un comienzo se me paso por la mente al diablo viniendo a cobrar; y entonces me di cuenta, y recordé como había obtenido todo en primer lugar…

… Hay compras que no quisieras haberlas realizado jamás.

Cuentos patéticos