Las palabras brotaban de mi boca más fluidas que nunca, esas noches de terror donde no sabia pronunciar habian quedado atrás y una labia inhumana gobernaba mi accionar. Mi postura había cambiado, mi forma de ver la vida había evolucionado, ya no me contentaba con ser tu plato de segunda mesa, de pronto me vi con la necesidad de poderme valorar.
Es raro que me veas de esta manera, empoderado, seguro y confiado; quizás hiciste tu trabajo demasiado bien, ya no te necesito, ya no te respeto, ya no te amo. Intentaste trapear conmigo, pero solo lograste que me diera cuenta que valgo mucho más de lo que pudieras merecer.

Cuentos patéticos