Increíble, siento como mi alma presiona mi pecho con fuerza para poder abandonar mi cuerpo, siento como mis dedos se esfuerzan por dejar en evidencia estas últimas palabras que se cruzar por mi mente, dejando de lado mi intelecto, dejando de lado mi razón, motivados solamente por un impulso, por un aliento desgarrador que me exige verter en palabras todo aquello que mantiene retenido mi dolor. Mas cuando reviso en mi interior, buscando la causal de este tormento, no es solo opresión lo que me encuentro, hay también temor, miedo a un mañana que puede no llegar, miedo a que los ciclos parecen estarse ad portas de cerrar, miedo a que todo el mundo avance y yo me quede en el mismo lugar. Hay amor aquí dentro, también, amor hacia una mujer que cambió todo mi ser, amor de una manera que ya no puedo comprender, un amor en tiempo pretérito, un amor anhelado, un amor recordado, un amor ilusionado, un amor falso, ilusorio, a decir verdad, un amor por el que prometí mucho, pero que nunca pude cumplir.

Hoy me siento frente a esta pantalla, dejando a mis dedos cumplir, no sé adónde me llevara mi cuerpo luego de esto, y no lo quiero prevenir. Quizás mi alma deje mi cuerpo, quizás me quede algún día de lamento, puede que todos los ciclos acaben, y mañana me llegue la dicha, puede que sea así, puede que no, no lo sé, no quiero pensar, no quiero planear, así como mis dedos se guían por este impulso primitivo de dejar fluir todas las palabras aquí estancadas, prefiero que mis acciones sean tan imprevisible como el movimiento de las olas, porque así, cada paso que dé en el mar de mi vida me terminará llevando hacia una costa a la que nunca pretendí llegar.

Cuentos patéticos