Estaba sentado frente a la ventana, escenas de su pasado avanzaban con fuerza a través de sus recuerdos, entremesclandose con la realidad cada cierto tiempo, dejandolo dubitativo, temeroso, inseguro. Sus dedos sosteniendo su nariz era un indicativo del dolor de cabeza intenso producto del esfuerzo por mantenerse concentrado, por intentar cumplir su tarea a pesar de todo aquello que le desconcentraba. Temía, por supuesto que temía, no le parecía una buena idea quedar completamente al descubierto para aquellos que le conocían, pero también que de no hacerlo habría malgastado dos años de su vida. Pensaba, se estresaba, y aún así no lograba tomar la decisión, si publicaba o no el fruto de su investigación. Su teléfono sonó, era uno de sus mejores amigos que le contaba que su madre había sido asesinada, dandole así la información que necesitaba para tomar la decisión. La hizo pública. Pasó media hora, y a su correo llegó una tonelada de nueva información, toda agravando los cargos que a través de la red se podrían formular; él suspiró temeroso de aquello que pudiera ocurrir en los minutos restantes. El sol salió, y en toda la noche tan solo le llegó nueva información. Se calmó. Caminó hacía su pieza y suspiró, pensó que si habría molestado a alguien, a esa hora ya hubiese pasado algo.  Miró su celular, un mensaje había llegado y no lo había notado…

Cuentos patéticos