Tengo miedo que esto no acabe

temo que nunca pueda continuar,

me aterra que al cerrar los ojos

ella siga en mi cabeza,

que al despertar

mis ojos sigan siendo una pecera

a punto de estallar,

temo que sencillamente no pueda continuar,

que el ciclo no me deje del todo continuar,

pero entonces,

mientras estas palabras comienzan a emanar

las lágrimas esquivas empiezan a llegar,

y no son por recuerdos ni nostalgia,

no es por la certeza que nunca la tendré acá

porque nunca la veré llegar,

son más bien por la desilusión

por darme cuenta que se puede amar

sin que el otro lo sepa en realidad,

que en el fondo el sentimiento está tan idealizado

que nadie se ha percatado que es una construcción individual

que el amor de a dos no existe,

que tan solo son dos almas

que a veces alcanzan la sincronía,

y esa no ha sido mi realidad.

Adiós, destino maldito,

digo esta noche,

porque en el fondo he dejado de considerar valida tu existencia,

el dolor no es algo que quiera volver a pasar.

No me arrepiento de nada,

pero tampoco quiero seguir en este lugar,

espero que con estas gotas,

mañana al despertar,

no siga con la sensación

que nunca dejarán de emanar.

Cuentos patéticos