Soy un hombre sin mañana, al despertar los ojos me duelen por el peso de mis pestañas, mi respiración se agita porque no encuentra nada que mueva mis entrañas, no tengo motivación ni razón de ser, me levanto solo por inercia, solo porque pensar en una excusa para desaparecer me causa demasiados problemas. No siempre he vivido así, tiempo atrás mi sombra no era tan pesada, no cargaba un equipaje que no me dejara moverme a ningún lado, la tenía a ella, y era todo lo que importaba, si mis sueños se habían arruinado, por lo menos la tenía a mi lado. Ella nunca se proyectó en realidad, temía que el mañana la alcanzara, y no hubiera disfrutado tanto del presente. Y su temor era justificado, el presente se volvió ayer, y su sueño de ser feliz se esfumó como el mío al momento de verla así.

Soy un hombre sin presente, vivo atascado en los recuerdos de lo que fue y lo que ya no será, extraño cada centímetro de su cuerpo, y eso lo sabe mi cama; anhelo su voz de tal manera que mi teléfono no me deja olvidarla, soy por ella lo que el resto ve hoy, un hombre estancado entre los nudos del pasado, arrepentido de las decisiones que tomó, deprimido por el costo que esto tuvo. Ella era todo sobre el ahora, y yo con mi constante preocupación por el mañana la sumí en una búsqueda del pasado, le exigí que se conociera, que se decidiera, y en su exploración se ahogó, y ya no está más a mi lado.

Soy un hombre atrapado en el pasado, vivo recordando aquello que perdí, atesorando los instantes que pasé con mi amada, añoro lo que no podré volver a vivir, porque en mi intento de alcanzarla pasé de largo y la obligué a moverse. Ella hoy vive en el mañana, se proyecta con un hombre que no le exige nada, que vive en su mismo tiempo y todo lo que hace es amarla. Yo podría ser feliz por ello, pero me es imposible, mi alma no concibe la existencia sin mis sueños, sin ella, sin mi motor, sin mi motivación. No tengo nada.

Cuentos patéticos