El camino de la guerra

El sol golpeaba con una fuerza indescriptible su rostro, y la roñosa capucha que lo cubría solamente servía para recordarle la precaria situación en la que se encontraba. El desierto apestaba, si, lo tenía claro desde el minuto que se quedó sin una gota de agua, desde el instante que su mala situación se volvió en peor, desde que esos hijos de puta lo abandonaran a su suerte, con tan solo una manta para abrigarse, manta que él terminó convirtiendo en capa y capucha para escapar de los rayos del sol. Y a pesar del cansancio no dejaba de avanzar, ¿cómo no iba hacerlo con lo que le esperaba al final del camino? Una familia que lo amaba, un hijo que lo necesitaba, una esposa que lo deseaba, una pila de dinero con la cual nunca más debería a tener que soportar esto; todo estaba en casa, lo sabía, lo anhelaba, lo movía.

De donde provenía nadie sabía su nombre, hasta él había empezado a olvidarlo, solo respondía al sobrenombre que los civiles le habían dado, Guerra, pues a su paso siempre seguía la destrucción. Pero la guerra ya había concluido, hacía una semana que los disparos cesaron y él se volvió un arma sin un blanco al cual ser apuntada. Le pareció bien, ya era hora de retirarse y volver a casa, pero no contó conque en el camino todo se escurecería, y una batalla más les quedaba por librar.

Comenzó a tratar de recordar el instante preciso en que todo se fue al carajo, el calor de la batalla, el hedor de la sangre, los gritos de lamentos; pero todo lo que tenía eran imágenes estáticas de fuego, de explosiones, tan irreales que parecían que él no las hubiera presenciado en realidad, sino que alguien las puso allí para que él tuviese algo en que pensar.

El frío le comenzó a recorrer la espalda, aún no caía la noche y el sol pegaba con tanta fuerza, que la sensación era una alucinación, o sencillamente la insolación era tal que su piel había perdido sensibilidad. Comenzó a beber su propio sudor para hidratar sus labios, se sentía débil y mareado, pero tenía que continuar, lo esperaban en casa y todo lo que quería era llegar. Avanzó tres pasos, y cayó desplomado, no supo que más pasó en ese lugar.

Cuando abrió los ojos el escenario era aún más irreal, en su cuerpo no había ni un rastro de dolor ni deshidratación, se sentía a la perfección. Miró su entorno, y le pareció encontrarse en el interior de un bunker rodeado de una decena de hombres vestidos por completo de blanco. En la pared vio su reflejo, todo su cuerpo se había perdido y estaba reemplazado por una maquina.

– Por fin, la operación fue un éxito – dijo uno de los hombres – Después de un mes de trabajo, este hombre se ha convertido realmente en lo que dice su reputación, la encarnación de la guerra –

Guerra no lo podía creer, ¿qué estaba ocurriendo? ¿Cuanto tiempo estuvo inconsciente? ¿Qué pasó en el desierto? ¿Qué le pasó a su cuerpo? ¿Podría ver de nuevo a su esposa y su hijo? Le parecía que no, un imprevisto se había asomado en su camino impidiéndole llegar a casa ¿de que sirvió pelear y planear, si nada de ello pudo haber sido llevado a cabo?

Cuentos

Goran Y. Lausic King View All →

Profesor de Historia y Ciencias Sociales, egresado el 2008, Magister en Historia. Con un gusto y una formación literaria que se remonta a 1998, año en que desarrollé mi primera novela no publicada, y que no publicaré jamás (no está en condiciones).
Mi primera novel publicada fue A diez pasos a la oscuridad, publicada en Amazon, y me encuentro en etapa de diseño de portada para Página en blanco, mi segunda novela. Mientras escribo historia, novelas y demases, divulgo mi trabajo corto (cuentos y poemas, principalmente), por medio de este espacio en la web.

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