Creía en el destino, pero cuando me hizo perderte me faltaron razones para seguir confiando en él; pensé que el futuro de mi vida era a tu lado, pero ¿cómo fue que me equivoqué? ¿acaso las señales no eran claras? ¿acaso no nos complementábamos? ¿acaso no parecía como que nuestras vidas siguieron un camino azaroso solo para llegar a aquel día en que nos conocimos, de manera tan fortuita, sin planificación alguna? No puede ser que exista el destino, si es que este nos puso en nuestros caminos para solo después arrebatarme, me mostró lo que sería una vida a tu lado y me permitió construir sueños y proyectos, ¿para qué? ¿para que queden en nada por causa del azar?

Me parte el alma mirar la cama cada mañana, pensé que me acostumbraría, pero no, se supone que estarías aquí todavía, que me mirarías al despertar, que cuidarías mis sueños así como yo protegía los tuyos. Pero ya no quedan sueños que proteger, si el destino existe se ha encargado de arrebatarlos, y me duele de verdad; me los dio, y así como regaló me los llegó a arrebatar.

¿Por qué tuviste que salir esa mañana? ¿Por qué te olvidaste de mirar a ambos lados antes de cruzar? ¿Fue acaso mi beso a la distancia desde la puerta cuando partías tu viaje lo que te distrajo? ¿Fui yo, o el destino el que te mató? Creo que soy culpable, el destino no existe, no puede ser que sea una fuerza tan cruel como para jugar con las ilusiones de la gente. El destino no existe, el culpable soy yo.

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