Tarde me di cuenta, las cosas que dije ya no las puedes ignorar, lo dejé todo tan en claro que en mentiras ya no lo puedo disfrazar, pues de hacerlo te daría razones para dudar, y eso es lo último que deseo en este instante. No tuve cuidado, y eso fue lo principal, cargué mi arma de palabras, y disparé sin medir el daño que podía causar, no pensé en las bajas que causaría mi ataque, que por ello nunca me volvieras a mirar igual.

Y lo peor de todo es que no solo dije, sino que lo hice, y si las atrocidades que se dicen se demuestran con hechos, te terminas convirtiendo en un monstruo sin igual, en un hombre sin escrúpulos, sin fuerza de voluntad para resistirse a sus más oscuros deseos, en un ser incapaz de resistirse a sus sentimientos, en una víctima de los momentos, en una bomba circunstancial, programada para explotar y no dejar nada intacto.

Cuentos patéticos