Pensé en pegarme un tiro, y casi le acierto; no es que sea suicida, fue tan solo de aburrimiento. Estaba sin nada que hacer, sin problemas que resolver, sin triunfos que celebrar, mi vida se había puesto monótona, había llegado a un punto muerto. Me daba lo mismo no seguir viviendo, no tenía razón para luchar, pero tampoco para quedarme quieto. Quise cambiar mi vida, y fue por el estancamiento, por esa maldita sensación que en mi interior no queda progreso.

Traté de pegarme un tiro, y no fue de arrepentimiento. No había una mujer que me abandonase por mi mejor amigo, no había una deuda que me ahogue; no había un padre abusivo, no había una infancia sufrida. No tenía razones para sentirme miserable, y la verdad que no lo hacía; tan solo estaba aburrido y me daba lo mismo mi vida.

Pensé en pegarme un tiro, pero el destino no quiso dejarme experimentar el disfrute de la muerte. El afortunado a mi derecha se adjudicó el premio, y los que quedamos terminamos esperando la próxima vez que se nos ocurra pegarnos un tiro.

Cuentos patéticos