La carrera
Durante años, día a día un grupo de nadadores se reunía a la orilla de un río, decididos a enfrentarse a la corriente para alcanzar una meta desconocida. Todos nadaban río abajo, convencidos que la corriente de este los dirigiría a la tierra prometida, mas un nadador testarudo, al que todos llamaban martír por el sufrimiento al que voluntariamente se sometía al enfrentarse contra el mismo río, intentando nadar río arriba.
– ¿Que haces, imbécil? – le gritaban los demás nadadores, sin comprender lo que este hacía.
– No te preocupes por él, es un ignorante que cree que la meta está río arriba – dijo otro.
– La meta está río arriba, lo sé – respondió el martir – A lo mejor parece difícil, pero creo que si nadamos todos juntos podemos apoyarnos y lograr luchar contra la corriente –
– Si, claro – respondieron incrédulos – Estás loco, no hay nada río arriba, la meta está en la desembocadura –
Pero día a día todos volvían al mismo punto de partida.
– ¿Qué pasó? ¿Encontraron la meta río abajo? – preguntó el martír sarcásticamente.
– No seas idiota, en algún momento debemos haber tomado el brazo equivocado, porque no encontramos la meta – le respondió uno – Pero debe estar allí, hoy la encontraremos –
Y así, una vez más, mientras todos nadaban río abajo, el martír nadaba río arriba, y el resultado se repetía cada día de la misma manera. Pasaron los años, y el martír estaba ya cansado de luchar solo contra la corriente, claro, habían algunos, como el monarca de un reino X que creían que este estaba en lo correcto, pero sus números no sobrepasaban los cinco nadadores, y con ello no era suficiente para enfrentar al molesto caudal.
– Saben, ya estoy cansado – dijo el martír – No voy a continuar buscando algo que no puedo alcanzar –
– Pero si la meta está río arriba – le dijo el rey.
– Pero nosotros solos no podremos llegar – repitió el cansado nadador.
– Vamos, no somos nada sin ti – dijo el desafiante caótico, un nadador que se había unido recientemente a la cruzada.
– No amigo, si quieren continuar, háganlo, pero yo ya no tengo fuerzas para causas perdidas –
El martír se retiró y comenzó a caminar río arriba. El resto de los nadadores continuó la misma rutina, nadando río abajo, siempre “desviando” el camino, mientras que el rey y el desafiante continuaban enfrentándose al río. Una tarde, mientras deambulaba por los alrededores del río, Negro se encontró con el monarca.
– Tienes que ayudarnos – dijo el rey – Solo si todos los nadadores subimos río arriba lo podemos lograr –
– Estás en lo cierto, he explorado el lugar a pie, y la meta definitivamente está río arriba –
– ¿En serio? –
– La vi con mis propios ojos –
– ¿Y se puede llegar a pie? –
– No, solo por el río –
– Vamos, digámosle – dijo entusiasmado el monarca.
Llegaron a la rivera del río, y los nadadores aún no comenzaban su jornada.
– Que bueno que los veo – dijo el martír.
– ¿Volviste? – dijo un hablador nadador.
– No, he venido a comentarles que he visto la meta y está río arriba –
– Es imposible – respondió uno – No puede ser que haya que nadar contra la corriente para alcanzar la meta, ha de estar río abajo –
– Navegante, han estado más de dos años nadando río abajo, y nunca dan con la meta – respondió el martír – Deben ser bastante idiotas para no darse cuenta que este río no tiene tantos brazos –
– ¡No nos trates de ignorantes, tu solo vienes a reírte de nosotros porque todavía tenemos sueños por los que luchar! –
– Es verdad, mi sueño murió hace tiempo – respondió el martír – Pero les digo que he visto la meta, y si nadan todos juntos, la encontraran río arriba –
– No seas ridículo –
La conversación siguió por largo. Cansado, el martír optó por desistir de su intento de convencer a sus antiguos compañeros de la inutilidad de su misión. El rey y el desafiante siguieron intentándolo, sin embargo, convencidos que si bien no tenían la fuerza numérica para enfrentar al caudal, o lo lograrían por persistencia, o resistirían hasta que sus cuerpos no dieran más.
Goran Y. Lausic King View All →
Profesor de Historia y Ciencias Sociales, egresado el 2008, Magister en Historia. Con un gusto y una formación literaria que se remonta a 1998, año en que desarrollé mi primera novela no publicada, y que no publicaré jamás (no está en condiciones).
Mi primera novel publicada fue A diez pasos a la oscuridad, publicada en Amazon, y me encuentro en etapa de diseño de portada para Página en blanco, mi segunda novela. Mientras escribo historia, novelas y demases, divulgo mi trabajo corto (cuentos y poemas, principalmente), por medio de este espacio en la web.