Dense cuenta de lo que tienen, ustedes, los grandes pretenciosos de la esquina, ustedes que se visten con sumo cuidado, combinando desde el color de sus gafas, hasta el tono de los cordones de sus zapatos, que gastan enormes sumas de dinero solo para poder verse aceptables para el resto del grupo, pues, solo les importa el ser aceptados, y no ser escuchados. De nada importa si a la persona que está a tu lado ha perdido recientemente a su padre, o tampoco el daño que tanta cocaína inhalar a sus cuerpos les está haciendo, pues si se preocupan, corren el riesgo de dejar de ser aceptados, tan solo quieren insertarse en un grupo, sin lograrse dar cuenta que nada de eso realmente importa.

Frente a ustedes hay otro grupo de inconscientes, gritándole a todo el mundo que ya nada importa, juzgando a la gente solo porque ha decidido a vivir sus vidas. Son fatalistas, que creen fervientemente que el mundo acabará porque nadie escucha sus palabras, pero que no se logran dar cuenta de la verdad, que el tiempo que se acaba es el de ellos mismos, que están malgastando sus vidas alarmando al resto por algo de lo que no pueden escapar.

Cómo desearía que abrieran los ojos, cómo sería estupendo que vieran el problema que realmente tienen, pues por más que estén preocupados de la apariencia, o del futuro, da totalmente lo mismo, ¡Dense cuenta que están vivos! Y eso es todo lo que importa. Cómo me gustaría que aprendieran a valorar lo que es sentir, que buscaran la razón por la que tanto les importa sentirse aceptados, que se escucharán, que vivieran, que no intenten dejar de lado las emociones, que no esperen fanáticamente su muerte. ¡Demonios, esto me parece cómo un desfile en un día de lluvia!, por más que intento disfrutar del espectáculo de la vida, sólo me logro dar cuenta que todos se quieren ir al carajo… ¿no se dan cuenta que el que sigan vivo es parte de ese plan profético al que tanto le temen? ¡Dejen de pretender, y comiencen a sentir! ¡Dejen de buscar la muerte en el mañana, y vivan el día de hoy!, ¡Noten que si no he tocado aún sus puertas, es porque alguien quiere que sea así!

Cuentos sonoros