Anormal

Nada era normal, nada era como debía ser, nada era como solía ser. Y no es que la normalidad fuera algo corriente para ella, no para ella, no para una mujer cuya vida cambiaba a cada instante, cuyos deseos se volvían tan impersonales que ni ella misma lograba comprenderlos. No, nada era normal para ella, pero incluso entre esa extraña vida que llevaba, esa tarde salía de lo común. En primer lugar estaba nevando, y para vivir en una ciudad cercana a un trópico, eso era extremadamente raro, ¿cambio climático quizás? ¿cómo podía ser tan radical? se preguntaba. Por otro lado, la ciudad, la calle por la que caminaba estaba totalmente en ruinas, como si allí su hubiera librado una cruenta batalla, ¿que pasó aquí? se preguntaba, ¿a donde fui a parar esta vez?, eran los riesgos de llevar una vida errante, nunca sabía con certeza a donde iba a parar la semana siguiente. Miró por todos lados para ver si encontraba algo que le resultase familiar, y a decir verdad, no tuvo que buscar mucho, lo encontró a tan solo de unos centímetros de sus pies, un río carmesí bañaba el suelo, no era agua, pues era muy espesa, era la fuerza vital de todos aquellos que acababan de morir… acababan de morir, ella escuchó los estruendos a la distancia, los tanques todavía estaban en la ciudad. Buscó refugio, pero todo estaba tan dañado, que nada la podía salvaguardar. Le dio sed, pero su botella estaba vacía. Escarbó en los escombros en busca de algunas provisiones para reabastecerse, las encontró. Recordó su misión, respiró y se dijo que todo esto era parte de su normalidad, y era cierto, hasta entonces, nada de lo ya mencionado corresponde a la anormalidad que le tocó presenciar. Acomodó el fusil que le molestaba, y siguió caminando, evitando los disparos de los tanques que derrumbaban los edificios plagados de civiles. Después de mucho caminar, logró salir de la ciudad, la muerte y destrucción eran solamente un paso para alcanzar una meta mucho mayor. Caminó por horas hasta que lo vio, parado arriba de un árbol le hizo una señal que ella no comprendió, era experta a lo menos en veinte idiomas, y no entendía una palabra de lo que ese militar le decía… ¿que dices? le repetía, sin conseguir que los sonidos salidos de los labios del anciano general tuvieran sentido. Finalmente decidió ignorarlo y continuar caminando, pensando que a lo mejor su destino estaba más allá. Nada era normal, pues a pesar que en diez años nunca la habían detenido, esta vez no los oyó venir. La rodearon de improvisto y le apuntaron con sus fusiles.

– Su majestad, la hemos buscado por mucho, habíamos pensado que los civiles la habían secuestrado – dijo uno de los soldados, luego de bajar su arma.

– Lo se idiotas, ¿creen que podía quedarme en el palacio con los brazos cruzados viendo como nos íbamos a la mierda sin hacer nada? Este país necesitaba una limpieza, y la única manera de asegurarla era haciendo parecer como que me habían secuestrado los malditos y corruptos empresarios que enfermaron nuestra nación –

– ¿Pero no cree que es una medida muy extrema? Cientos de civiles inocentes han muerto –

– No son inocentes si han desviado la vista mientras a nuestros niños le vendían ese veneno –

– ¿Y los niños que hemos matado? –

– Traficantes también –

– Pero señora, así nadie se libra –

– Exactamente, y los que siguen después son ustedes – dijo mientras tomaba su fusil y se largaba a disparar, sabiendo que ni uno de ellos se atrevería a abrir fuego contra ella – ¿Qué miras, viejo? – Le dijo al anciano arriba del árbol – Sé que todo esto es mi culpa, pero una vez que logre eliminar todo el mal en el mundo me haré pagar por lo que he tenido que hacer –

Cuentos patéticos

Goran Y. Lausic King View All →

Profesor de Historia y Ciencias Sociales, egresado el 2008, Magister en Historia. Con un gusto y una formación literaria que se remonta a 1998, año en que desarrollé mi primera novela no publicada, y que no publicaré jamás (no está en condiciones).
Mi primera novel publicada fue A diez pasos a la oscuridad, publicada en Amazon, y me encuentro en etapa de diseño de portada para Página en blanco, mi segunda novela. Mientras escribo historia, novelas y demases, divulgo mi trabajo corto (cuentos y poemas, principalmente), por medio de este espacio en la web.

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