Voy subiendo por la colina de la vida, enfrentándome al destino que tantas veces intenté esquivar. Camino tranquilo, resignado, decidido que lo que haya del otro lado será sencillamente la realidad que tendré que enfrentar. Veo que las llamas se me acercan, el fuego de un pasado errado, los disparos de aquellos a los que herí con mis acciones. Aún así hayo algo de prudencia en la velocidad, ya que no se si del otro lado encontraré algo de ayuda, o a más de mis persecutores.

Mi futuro es producto de la acuarela de opciones que tenía para utilizar, pero lamento darme cuenta que la elección no fue la más adecuada. Nunca debí haber tomado esas decisiones, ni mucho menos cuando la afectada fuiste tú, aquella mujer que todo me dio, y que me ayudó a obtener las herramientas para forjar mi propio destino, y así alejarme del que otros construyeron para mí. Lamento lo que hice, más por que confiaste en mí, incluso pusiste tu historia entre mis dedos, pero yo, abusando de tu confianza, agarré un poco de impulso, y terminé recorriendo el camino que me ayudaste a esquivar. Tengo un corazón venenoso, y esa es la mayor excusa que te puedo dar, por más que fuiste del todo bondadosa para mi, yo sencillamente no pude ser una mejor persona, y busqué hasta encontrar la posibilidad de hacerte daño. Pero ahora que subo por este monte, me doy cuenta que no quedan horizontes en mi camino, solo un escapar eterno, subiendo por esta cumbre interminable, con el daño que causé persiguiéndome, acosándome, quitándome el sueño y el aliento. Nuestra historia nunca será de esas que se arreglan con un cigarrillo y un café, pero que le vamos a hacer… es nuestro pasado, y nuestro futuro.

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