A veces pienso que se me acaba el mundo pues el silencio equivale al final, falta el sonido de tu boca devolviéndome el sueño, dejándome en paz. Siento que sin una de tus miradas valgo menos que una sombra, expuesta directa bajo lo luz, y así sin más dejo de importar, y ya ni siquiera…
Nunca supe como decírtelo, eras la polola de mi mejor amigo, y aún así estaba enamorado de ti. No, no fue nunca un capricho, si te dije las cosas que dije fue porque de verás las sentía, y ¿sabes qué? Aún las siento. Espero que no sea muy tarde, porque siempre he tenido la impresión…
Estoy desesperado por sentir algo de ti, saber que el silencio no es voluntario, que tus caricias adrede no se han alejado. Muero por tener tu aroma en mi entorno, imbuirme en tu persona tal como las acciones que ayer realicé, arrepentirme de esas decisiones que inconscientemente tomé, sin saber que me llevarían lejos tuyo,…
Necesito afecto, necesito sentir la cercanía de otra piel con la mía, descubrir el secreto del contacto, revelar el misterio que esconde una caricia; pero no me sirve cualquier vida, necesito que tus manos sean que tus dedos busquen mi cuello, que sean tus labios los que me recorran por completo. Ya no me sirve…
Es difícil reconocer que a pesar de las palabras y las miradas, de los instantes y los segundos que han ido quedando atrás, nada ha dejado de doler, que cada vez que veo tus ojos siento que mi alma va a desfallecer, débil, indefensa, perdida en remembranzas en ilusiones ambiguas de esperanza, de un futuro…
Goran Y. Lausic King
Relatos Patéticos 