Sabes, me es difícil comprender a ciencia cierta que es lo que mi ser quiere expresar, o sea, ¿Cómo llegó a saber que es lo que debo hacer si mi corazón quiere una cosa, mi cerebro otra y mis instintos una distinta? Es duro tomar decisiones sin poder poner de acuerdo esas tres variables, mi cerebro, por ejemplo, quiere quedarse con la mujer que refleja todo aquello que he buscado toda mi vida; sería lo lógico, cierto, pero hay varias atenuantes que me impiden tomar esa decisión tan a la ligera. En primer lugar, está el tema que el destino quiso alejarme de su lado, y a pesar de que la quiero y todo eso, finalmente soy un ser humano, y por mucho que ella represente todo lo que siempre he querido, igual como hombre quiero contacto inmediato. Allí entran a jugar mis instintos, que se sienten sumamente atraídos hacia esta mujer que a decir verdad conozco hace realmente poco, la veo un par de veces a la semana, y más allá de un par de miradas intercambiadas, no he avanzado más por la duda que me genera tener la imagen de la mujer que dejé atrás. En contraposición a ello aparece una tercera figura, la que podríamos llamar la opción de mi corazón, ella es una mujer que conocí inclusive hace menos que a la opción de mis instintos, pero a diferencia de ella, la conocí a cabalidad después de haber vivido, por azares del destino, en la misma casa que ella por poco más de un mes. Aquí la situación es distinta, mi corazón experimentó cosas muy fuertes por ella en el poco tiempo que compartimos, pero ahora, a un par de semanas de haberme marchado del lugar que compartíamos en común, y habérmela encontrado hoy en la calle, puedo decir a ciencia cierta que mi corazón perdió la oportunidad, y le queda jugar solo a mis instintos y a mi racionalidad. ¿Quién ganará? No lo sé, pero me gustaría saberlo en realidad, pues de hacerlo podría tomar una decisión fundamentada y no azarosa, como la que hasta ahora estoy obligado a tomar. Pero, ¿Qué elementos me otorgarían el conocimiento para determinar si es mi cerebro o mi instinto el que va a ganar? Si lo pensamos por la practicidad del asunto, ambos casos poseen la característica de vivir en una ciudad distinta a la que me toca habitar, la diferencia, una está a más de doscientos kilómetros, la otra a más de dos mil. Si lo pensamos por el punto lógico, la opción de mi cerebro es la que más proyección le podemos dar, pero a la vez, es la más distante y no satisface mi necesidad de una solución inminente al dilema. Si lo vemos por el lado de la reciprocidad, bueno, en ambas opciones hay una incertidumbre real, aunque en la opción de mi cerebro esa incertidumbre está un poco más inclinada a que tengo que trabajar mucho para conseguir lo que mi cerebro quiere logar. En resumidas cuentas, la disyuntiva no se puede simplificar, la duda subyacerá en mi inconsciente aunque haga todos mis esfuerzos por intentarla resolver. La pregunta fundamental de todo es ¿qué hago? ¿Cómo hago soportable el seguir con la incertidumbre de no ver nunca a la mujer que quiero, pero ver dos veces a la semana y como una constante a la mujer que deseo?

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