Perdido en la oscuridad
Las palabras para describir lo que estaba viendo no lograban aparecer, y mientras más se adentraba dentro de ese escalofriante lugar, menos comprendía como un ser humano era capaz de realizar esa horrible demostración de arte. Al otro lado del teléfono, Lucia le imploraba desesperada que pronunciara otra palabra, pero Javier estaba mudo, en especial desde que atravesó el umbral de ese terrible lugar. Buscó entre sus pertenencias una linterna, solo para percatarse que la había dejado olvidado en casa, no lograba ver mucho, pero lo que hacía producía en su interior una extraña necesidad de huir rápidamente, pero a la vez de descubrir más del lugar que visitaba. Lucia seguía tratando de que su novio le hablase, pero este todavía no recobraba la conciencia de que estaba al habla con la mujer que amaba. Cuando finalmente logró que unas palabras salieran, fueron una descripción de lo que estaba viviendo, una representación del desagradable hedor a ratas y putrefacción, mezclado por un olor a carne quemada y sangre; el suelo, según lo que Lucia contó luego a la policía, parecía estar cubierto de una sustancia viscosa, de un tono sumamente oscuro, pero no identificable en la oscuridad en la que Javier se hallaba. Un poco más allá de lo que Javier describió como la entrada, había una especie de habitación iluminada por una tenue luz que provenía del exterior, con ella era más fácil identificar lo que había dentro de esas paredes, un espectáculo macabro que dejó a sus cansados ojos a borde de querer cesar su existencia. Por la descripción que el muchacho hizo, se podían calcular por lo menos un medio centenar de cuerpos humanos allí colgados, heridos, algunos mutilados, pero de todos, absolutamente de todos, provenía un sonido que era claramente identificable como respiración y lamentos. Estaban vivos, todos ellos, pero a pesar de eso, la sangre no paraba de emanar de sus cuerpos, fue entonces, de hecho, que Javier se percató que la sustancia viscosa del suelo era eso, y temeroso, tocó las paredes. Cuando lo hizo, comenzó a lamentarse de haberlo pensado, pues reconoció la forma de una nariz, y debajo de ella, una boca quejándose. Busco en su bolsillo un encendedor, y al encenderlo se percató que el lugar estaba construido de cuerpos humanos, la mayoría de ellos vivos, y que servían de ladrillos para este templo de maldad. De pronto Lucia escuchó que al otro lado se escuchaba una voz, que iba más allá del sonido de lo humano, y con unas palabras que escapaban de su comprensión, provocaron en Javier la reacción de dejar caer el celular, y comenzar a correr y gritar. La llamada se cortó, y la síquica en frente de Lucía le hizo un gesto de lamento. Cuando salió de la casa de la vidente, los detectives le preguntaron que dijo sobre el paradero de Javier, y Lucia, entre llantos, dijo: no se preocupen, ya se que Javier está muerto, y lo peor, es que está atrapado en el infierno, y acto seguido les entregó una grabación con toda la conversación que tuvo ella con su difunto ex novio.
Goran Y. Lausic King View All →
Profesor de Historia y Ciencias Sociales, egresado el 2008, Magister en Historia. Con un gusto y una formación literaria que se remonta a 1998, año en que desarrollé mi primera novela no publicada, y que no publicaré jamás (no está en condiciones).
Mi primera novel publicada fue A diez pasos a la oscuridad, publicada en Amazon, y me encuentro en etapa de diseño de portada para Página en blanco, mi segunda novela. Mientras escribo historia, novelas y demases, divulgo mi trabajo corto (cuentos y poemas, principalmente), por medio de este espacio en la web.