El silencio ya no es incomodo para mi, esa ausencia de voces acompañando mi camino se ha tornado relajante, reconfortante, aliviante. El silencio ya no es mi enemigo, ya no busco de manera desesperada una manera de aplacarlo, de ignorarlo, de conquistarlo; ya tan solo busco una alternativa, una manera de disfrazarlo, de desplazarlo. A pesar de todo, el silencio aún no es mi aliado, aún no encuentro una manera de que este me preste ayuda, que sea algo que me motive a continuar; no he dejado de encontrar al silencio abrumador, mas ya no lo encuentro desgastante.

Vivo en una jungla de concreto, los animales a mi entorno conforman una ruidosa multitud, pero que a mi percepción, pasan a mi lado sin hacer ruido alguno; y en realidad, es fuerte ver que hablan, pero que yo sencillamente no los escucho… no soy sordo, para nada, es tan solo que no estoy acostumbrado a escuchar, más bien, no estoy acostumbrado a escuchar entre medio de una multitud; la verdad, no se como se podría escuchar de verdad. El silencio no es mi enemigo, el silencio no es mi aliado, el silencio es tan solo la herramienta que tengo para sobrevivir en esta terrible ciudad; el silencio es la manera que tengo para no volverme loco.