Ya no les creemos nada,
hasta el político más pequeño
ha perdido el poder de sus palabras,
y los que tanto les desespera
es que conicientes son
que sin poder no hacen nada.
Ya se desesperan sin palabras,
pierden las herramientas
con las que mantienen el control,
se están muriendo de miedo,
muriendo sin poder,
muriendo de corrupción.
Quieren recuperar lo perdido,
sentir que el ser político,
te asegura de la gente el cariño,
te asegura obediencia sin reparos,
sin insubordinación.
Pero insubordinados somos todos,
no creemos en falsos lideres
que dicen velar por nosotros,
pero que al final
no velan ni por si mismos,
por que han dejado de ser hombres,

ya no tienen corazón.