Estoy frente a ti, y tú me vuelves a mirar a los ojos, y yo miro fijamente los tuyos, pero me intimido al hacerlo, pues tu mirada todo en mi ve, y temo que descubras lo que siento, en especial lo que siento, pues te quiero tanto que me gustaría estar siempre contigo, aunque tu estés con alguien más, y temo que si descubres lo que siento eso no pueda suceder.

Estoy parado frente a ti, y tengo que hablarte, pero no es eso lo que quiero hacer, te quiero besar, decirte todos los sueños que contigo ha tenido, todos los suspiros que hacia ti van dirigidos, todas las miradas que hacia ti se han desviado, todas las palabras que se han contenidos, todos los deseos que he reprimido, deseos como este, de estar frente a ti y querer besarte, y acariciarte, y oler tu aroma, y oír tu voz a mi oído. Pero no puedo, tu puedes sentir otra cosa y verme solo como un amigo, pero yo no puedo, te quiero mucho más que eso, quiero seguir conociendo tu alma, pues rara vez he encontrado un alma tan cautivadora como la tuya, tan dulce, tan directa, tan sencilla y tan compleja.

Estoy frente a ti, y no se que hacer, te miro y te quiero besar, y cuando no te estoy mirando siempre pienso en verte para descubrir si tu estas mirando hacia mi. Me cautivas, y no hay segundo en el día en que no piense en ti, aunque sea de forma indirecta. Me alegras la vida, aunque este en esta constante frustración de no poder decirte estas cosas, pero siempre que te veo mis problemas se van, y creo que es por lo alegre que siempre estas que deseo estar contigo y poder compartir esa felicidad, y averiguar que pasa si mezclamos tu dicha con la mía, pues creo que si eso hacemos nada nos podrá afectar.

Estoy frente a ti, a solo unos centímetros de tu piel, y mi corazón se agita a mil, pues por fin podremos descubrir el poder de nuestra felicidad.